Siempre me he preguntado por qué los cursos de las vidas son tan diferentes. Por qué hay gente que se dedica a una política altruista que no le beneficia nada materialmente y hay otra que va con el programa PADRE instalado en la cabeza haciendo simulaciones todo el día. Como una profesora de la Universidad de Estocolmo, que me decía el otro día que va a votar al Folk Party (un partido de derechas) porque proponen una desgravación por gasto en empleadas de hogar y ella ya está harta de hacer el trabajo doméstico. Aunque en realidad, como decía Pierre Bourdieu, no hay que preguntarse ‘por qué’ sino ‘cómo es que es así y no de otra manera’, ya que a lo más que podemos llegar es a detectar las circunstancias que nos han hecho tomar por unos derroteros y no por otros. Y cómo es que yo estoy aquí escribiendo este blog en lugar de pasear por Estocolmo en este día de sol espléndido? Priya formula la pregunta como ‘¿quien soy yo?’ aunque añade que se trata de avanzar por las capas de la cebolla de cada uno/a sin gran seguridad de encontrar dentro un hueso de aguacate. Bueno, otra forma de decirlo…
Aquí en Iniciativa Feminista sueca (FI en inglés.- F!) se le dan muchas vueltas al tema personal. Gudrun Schyman, la gran líder de F!, nos contaba el otro día en Gotemburgo: “Aprendí mucho y ví mucho cuando era la lider del partido de izquierdas, y ello me ayudó a entender la situación de las mujeres y mi propia vida. Antes de llegar al Parlamento había estado en una relación donde era maltratada, había sido una madre sola, había sido trabajadora social (típico trabajo femenino), había tenido un empleo a tiempo parcial para poder llevar a los niños a la guardería y recogerlos no demasiado tarde… en fin, todas esas cosas que las mujeres hacen. Yo era ni más ni menos que parte del modelo. Y tardé demasiado tiempo en entender que yo era una feminista”. Y en una carta titulada ‘Dejemos que el amor se convierta en política’ dice: “Para mí la política tiene que ver con cómo quiero vivir mi vida con otras personas”.
Cielos, con estas vidas, ¿cómo no le vamos a dar vueltas al tema personal? Se me ocurre comparar a Gudrun Schyman con cualquier compañero suyo del Parlamento Sueco. Me imagino a un buen chico de cualquier partido político, blanco heterosexual de mediana edad, casado con una mujer que trabaja a tiempo parcial y se ocupa de organizar la casa (él también juega con los niños cuando vuelve, es amable, friega los platos…). Hizo derecho y ascendió en el partido sin que nadie le mirara a los pechos cuando él intentaba que escucharan sus ideas, sin que nadie le llamara puta por intentar ligar ni mala madre por trabajar diez horas al día, no tiene miedo al pasar por una calle oscura… Y si su partido pierde, o él fracasa en la política, le buscarán un puesto por ahí. Él no le da vueltas al tema personal…. ¡Es que hay que ver lo complicadas que son las mujeres!
Os acordáis de aquello de ¿LO PERSONAL ES POLÍTICO?
María
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