Hoy es el gran día. Si Iniciativa Feminista (F!) saca el 4% tendremos, en un parlamento del mundo occidental, un partido que estará ahí para reclamar que la igualdad esté en la agenda. Ahora tenemos muchas parlamentarias feministas con las ideas claras trabajando duro, pero están sujetas a lo que acepten o no acepten sus partidos. Constantemente llegan al callejón sin salida de siempre. No es que no se reconozca lo que decimos las feministas, apoyadas por tantos organismos internacionales, convenciones, congresos de Beijing y demás, que de eso ya hemos acumulado de sobra. No es que se contradigan por escrito nuestros argumentos. Es simplemente que no los leen, que los oyen condescendientemente y a continuación pasan a otra cosa. Y siempre hay otra prioridad, otro compromiso, si el argumento no es presupuestario ya habrá alguno de aritmética parlamentaria/electoral. En fin, que nos oyen como quien oye llover. Celia Amorós lo explica: ‘El poder no necesita razones, para eso tiene el poder’. Y Clara Campoamor lo contaba excelentemente en ‘Mi pecado mortal, el voto femenino y yo’, cuando decía: Costábame seguir interviniendo (en el parlamento). En las respuestas de muchos diputados se evidenciaba esa actitud con la que frecuentemente se zanjan las discusiones domésticas: ‘Aquí se hace lo que yo quiero’.
Pues bien, esa condescendencia tiene que terminar. En España estamos aún bajo la impresión de que puede ir mejorando la cosa, pero aquí en Suecia ya tienen suficientes años de retórica de la igualdad para saber que esa actitud no cambia. Es la actitud de siempre, la privada y la pública, la misma que desespera a las mujeres cada día: ‘mi marido no habla’. Pero alma de cántaro, ¿para qué va a hablar? ¡Estaría loco si lo hiciera!
Vine a Suecia a ver cómo era el país más igualitario, y también a ver el techo de la igualdad en el último edificio de la igualdad. Y lo primero que he confirmado ha sido que hay que llegar a un nivel mínimo de igualdad para tener la osadía de reclamar la igualdad, e incluso para osar imaginarla. Aquí no hay feminismo de la diferencia. Y es que, en lo que se refiere a los derechos, todo lo que no es igualdad es desigualdad. Me voy a atrever a decirlo: El feminismo de la diferencia es una contradicción ‘in terminis’. No es que no seamos infinitamente diferentes, cada una y cada uno que sea todo lo diferente que quiera, porque la igualdad es todo lo contrario de la uniformidad. La igualdad es el derecho a ser consideradas como individuas y no reducidas a la categoría sociológica de ‘mujer’, representante de las mujeres en cuanto llegas a un puesto de responsabilidad, obligada a ser más buena, más sensible, más de todo lo más. Amelia Valcarcel lo dice muy bien: ‘Aunque ésta no sea una verdad universalmente aceptada, las mujeres somos simplemente seres humanos’. Y éste es uno de los temas importantes de Gudrun Schyman, que las mujeres no somos iguales unas a otras, somos inmensamente variables, pero estamos oprimidas por el mismo sistema patriarcal. La igualdad de derechos es el derecho a ser personas, libres de tener que comportarnos según el modelo, libres de ajustarnos o no a la feminidad, libres de movernos, libres!
Iniciativa Feminista (F!) pone en primer plano la gran batalla que queda por dar y a la que el sistema se resiste por mucho que no tenga argumentos ni éticos ni económicos: las mujeres ganan mucho menos y trabajan infinitamente más. Que no nos líen, que los hombres se pongan a cuidar al 50% y a hacer el 50% del trabajo doméstico, que no nos vendan el trabajo a tiempo parcial (aquí lo llaman desempleo a tiempo parcial) y la maravilla del cuidado, maravilla que no quieren para ellos. Y que no nos cuenten que la pasta no nos interesa, que nos gusta más quedarnos en casa, ¡ya vale de liarnos!
F! plantea también muchas ideas-fuerza para la discusión. La responsabilidad colectiva de los hombres es una muy importante. Y el juego de suma cero, y la opresión de la norma 'hombre blanco heterosexual de mediana edad', etc. Sería interminable pararme en cada una. Son cosas evidentes que no se ven desde la oscuridad total. Y aunque las hayas visto se te pueden volver a escapar, tanta es la presión y la penalización social del feminismo (otra de las experiencias de esta campaña). Me preocupa que esa presión aumente si sacan malos resultados, pero veo F! como un embrión sólido que seguirá adelante contra viento y marea. En Suecia ha llegado el momento de tomar la palabra.
En España estamos a años luz, pero los temas son los mismos. Estamos abriendo la caja de Pandora de muchas discusiones, todas nuevas: prostitución/violencia, permiso de paternidad, reforma fiscal, educación infantil, paridad, recursos, inmigración, mainstreaming… y tantas leyes y tantas novedades, todas por discutir. No creo que sea el momento de llegar al Parlamento, pero sí un momento crucial. En esta segunda transición donde las expectativas de cambio son tan grandes, la igualdad tiene que estar en primer plano. Estamos ante una oportunidad histórica que tenemos que aprovechar. La experiencia de Suecia y de F! nos ayudará a romper con la ‘mística de la feminidad’ (que decía Betty Friedan), a aprender de los aciertos y de los errores.
Iba a hablar de por qué estoy aquí, más personalmente. Las suecas nos miran a Priya y a mí asombradas, no se explican esta ayuda caída del cielo. Quiero explicárselo a ellas y sobre todo a vosotras. Pero hoy ya es tarde y esto ha sido ya demasiado largo. Ha sido, de todas formas, parte de la respuesta, o al menos un lado de la respuesta. Un día de estos segúiré con ello. Ahora que la campaña ha terminado, preparamos la botella de champán pero también nos preparamos para todo, y para que el efecto boomerang sea el menor posible si el resultado no es el bueno. Esta noche hay una fiesta de F! para vivir juntas/os esta primera velada electoral. Será emocionante, mañana os contamos! Saludos muy F!s!
Maria
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